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Reforzando los valores en el hogar durante la adolescencia

No es necesario recordar que la adolescencia es una etapa complicada. Sin olvidarnos de esta realidad, como padres nunca debemos abandonar la motivación para fomentar en nosotros la paciencia, la confianza y el esfuerzo para acompañar a nuestros hijos en la aventura de sus vidas.

Durante la época de la infancia, impulsamos y trabajamos una organización y una educación que parece que se van al traste durante la adolescencia, pero si hemos tratado de poner unos buenos cimientos con hábitos constructivos de obediencia, respeto, orden, buenos modales, diligencia y trabajo, entre otros, podremos estar tranquilos confiando en que en la edad adulta se dará de nuevo una reorganización.

No obstante, constatamos con preocupación que todo eso que habíamos construido anteriormente se va al traste en esta edad de conflicto, y nos parece que tenemos de empezar de nuevo. ¡No es así! Nuestros hijos no necesitan que comenzar de cero, sino que les tratemos y reconozcamos de otra manera.

Los principios básicos que han vertebrado nuestra vida familiar y personal, si han sido buenos y valiosos, deben permanecer, sólo que ahora hay que planteárselos de modo diferente

El adolescente se enfrenta a nuevas y constantes experiencias vitales que debe sopesar, aceptar o criticar. Esto les genera inestabilidad, incluso contradicción. Ante ello, los padres debemos mantener la calma y el refuerzo de esos referentes o criterios, modificando las formas de imponerlos, siendo más flexibles y permisivos en cuestiones que no modifiquen esos criterios, principios y valores vividos.

Tranquilos, porque nada de lo que hayamos sembrado se ha perdido, sino que está esperando a brotar, pero necesita el agua de nuestra paciencia.

En esta etapa no podemos olvidarnos de reforzar mucho sus cualidades, pero sin dejar de lado que estas deben ser puestas en práctica, es decir, materializarse en actos concretos y referidos a todos los aspectos de sus personas y vidas: estudio, deporte, amistades, familia….

Con el fin de afianzar sus personalidades, los adolescentes sufren el conflicto interior ya citado, sintiendo la necesidad de romper todos los moldes: «Quiero ser yo mismo…», nos dirán con frecuencia. Y nosotros debemos acoger este conflicto para esclarecer y ayudarles a reasegurarse en el transcurso del tiempo y el afrontamiento de sus diferentes situaciones y acontecimientos vitales.

No debemos olvidar algunos objetivos educativos que sólo podemos alcanzar desde el hogar. Veamos algunos:

  • Ofrecerles elementos de juicio social y moral.
  • Conseguir que vivan una disciplina interna, ejercida de modo consciente y libre.
  • Facilitarles cauces de diálogo y reflexión, aunque parezca que los rechazan.
  • Evitar sustituirles o darles compensaciones afectivas cuando su personalidad sea débil.
  • Enseñarles a aceptar las consecuencias de sus decisiones.
  • Afrontar los encuentros con el otro sexo con naturalidad y control.
  • Enseñarles a valorar y enriquecer su intimidad.
  • Ayudarles a enfocar sus planteamientos de futuro personal.
  • Colaborar en su crecimiento espiritual.

¡Ánimo, paciencia y esperanza!

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