No hay nada creado que no merezca nuestra atención, respeto, dignidad y admiración. La fe ilumina todos los acontecimientos que se suceden a lo largo de la historia. Es ella la que impulsa la creación artística. Es el alma de hoy y de nuestros antepasados, en búsqueda siempre de respuestas, de un sentido y de la apertura a la trascendencia. Busca en los signos y en los símbolos la expresión de nuestra fe para entendernos mejor a nosotros mismos, a lo humano, y a la cultura que genera, que va marcando la estética de los siglos. En ella se hace presente la huella del hombre y nos ayuda a entender su camino por la historia.
La clase de religión es un espacio propicio para entrar en diálogo con el arte y favorecer el encuentro y el conocimiento del alma y del sentir de los hombres que, desde la prehistoria hasta nuestros días, no han cesado de expresar sus valores y creencias en la búsqueda del misterio a través de la belleza. El artista proyecta luz en el corazón humano y el arte despierta los sentidos, ayudando a descubrir la belleza que hay en todas las cosas. Es un espejo donde mirarnos. Nos ayuda a observar con nuevos ojos lo que es antiguo a la mirada.
Una de nuestras metas como profesores de religión es despertar la sensibilidad, enseñar a mirar, a contemplar, a conocer, a entender y a sorprender en todas las etapas educativas. Trabajamos la imagen artística como herramienta para entender mejor las explicaciones de los contenidos bíblicos, teológicos, morales e históricos. Trabajamos el bloque de la Iglesia como creadora de cultura especialmente en el bachillerato.
El arte es una metáfora de la vida y este diálogo, siempre presente en nuestras clases, enriquece e ilumina intelectual y espiritualmente a nuestro alumnado en la búsqueda y en el conocimiento de la verdad, del bien, de la bondad y de la belleza. Debemos hacer nuestros viajes por la vida y por el mundo más significativos. Como dice el Papa Francisco, “el arte es una vía maestra para acceder a la fe y, al contemplarlo, redescubrimos cosas importantes de la vida. Nos ayuda a redescubrir lo que importa en la vida, es una fuente de armonía y paz”.